LA SOMBRA

Me debes algo pues…
Págamelo,
y si no
deja tu sangre en recepción,
que la metan en un bote y la envuelvan
en papel de aluminio para que aún este caliente
cuando yo llegue y no tenga que salir a reclamar tu cabeza
de entre los brazos de algún dios anónimo de esos
de los que te dejan el culo en prenda
y después por nada se transforman
en radiación de microondas
y se van por la ventana del dormitorio
dejando un pequeño rastro de azufre
alrededor de las venas de tus pies. Mientras,
pasaba la tarde en Rusia,
yo soñaba con moscas violadas por cebras
en el interior de mi taza de café.